Las comunicaciones interceptadas por los servicios de seguridad ucranianos revelan conversaciones secretas entre empresarios rusos y chinos vinculados al gobierno sobre la construcción de un túnel submarino que conecte Rusia con Crimea. Estas conversaciones, desencadenadas por la preocupación de Rusia sobre la seguridad del actual puente del estrecho de Kerch, pretenden establecer una ruta de transporte protegida de los ataques ucranianos. A pesar de las dudas sobre la viabilidad del túnel en una zona de guerra, Rusia está decidida a mantener el control sobre Crimea. La participación china, como indican los correos electrónicos interceptados de una importante empresa constructora, plantea riesgos políticos y financieros para China. El proyecto propuesto se enfrenta a desafíos, pero Rusia lo considera esencial para garantizar un enlace seguro y a largo plazo con el territorio en disputa.
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